El intendente Gustavo Barrera y parte de su gabinete fue interpelado con dureza por los concejales de la oposición. Hubo barra y aplausos de los seguidores del jefe comunal
Barrera llegó acompañado del jefe de gabinete, Nicolás Valdez el asesor, letrado Marcelo Martinó, el secretario de seguridad Juan Manuel Cadena, la secretaria de Salud, Martha Zuluaga, el contador Municipal Gustavo Ciriaco, el secretario de Planeamiento Gerardo Galli, el jefe de Obras Sanitarias Pedro Iannuzzi (h) y una barra de seguidores que acompañaron al intendente hasta el final de esta verdadera “interpelación”, encubierta bajo la denominación de reunión.
Un temario ya elaborado por los concejales fue el núcleo que se empleó para interrogar al intendente con preguntas insidiosas, con algunas ironías de ambas partes e intervenciones cargadas de maldad que no aportaron nada al debate.
“Voy a participar de esta farsa por respeto a la gente. Esta convocatoria es lamentable y si quieren aplaudan al intendente”, fue el lamentable primer concepto vertido por el concejal Atilio Roncoroni que mereció algunas palabras de reprobación del público presente y luego un largo y ruidoso aplauso de apoyo al jefe comunal. Roncoroni no se inmuto y termino aplaudiéndose así mismo. Hubo risas y bromas por la inesperada salida del concejal de UNA.
Fue el primero de varios reproches que recibió el concejal que se empeñó en confrontar con los funcionarios en lugar de aprovechar la reunión para obtener la mejor información de primera mano ya que venía del propio intendente. Atilio cayó en su propia trampa y su figura se desdibujó con el correr de las horas y mucho más cuando se enfrentó con el asesor letrado Marcelo Martinó. Fue uno de los que menos aportó al debate. Su propia ira le hizo perder seriedad y claridad a la hora de cuestionar la gestión de Barrera.
El primer punto del temario fueron los hechos de violencia que se produjeron en la madrugada del 1 de enero de 2017 en la zona de Buenos Aires y playa. Fue el secretario de seguridad, Juan Manuel Cadena quien explicó la estrategia de la Policía para contener los desmanes protagonizados por un grupo de jóvenes.
La concejal radical María Elena Oroz apeló a una nota del diario Clarín en la que el intendente afirmaba que conoció el episodio 19 horas después de lo ocurrido. La edil pretendía una confirmación de esa información de parte del jefe comunal. No lo logró porque fue inconsistente en la información que disponía la concejal Oroz ya que era un recorte de un diario. Ningún concejal se preocupó en obtener otra información más contundente, algo que no fuera conocido o algún testimonio nuevo o alguna foto o video menos confuso de los que se vieron hasta ahora en los medios nacionales y locales.
Muchas veces en estas reuniones se cae buscar culpables y se pierde la oportunidad de aclarar el incidente o de obtener alguna enseñanza para que no se repitan estos hechos. Aquí se habló del pasado sin agregar nada nuevo al tema porque no se preocuparon por aportar algo nuevo y solo quedaron las opiniones y lo escrito en un solo medio de la oposición. Fue intrascendente y no aportó nada al futuro. Lo que hizo el ejecutivo geselino es lo mismo que hacen todos los ejecutivos del país ante estos hechos: aplicar un protocolo policial que no es otra cosa que reprimir. Los concejales reclamaron prevención cuando es muy difícil prevenir en materia de seguridad. No se sabe cuándo puede desencadenarse un episodio de violencia. Y si bien existió un antecedente en la noche del 24 de diciembre, tampoco se previno porque no hay una policía que actué para prevenir, esta policía interviene ante el hecho consumado.
El secretario de seguridad hizo un balance de los hechos y de la actuación de la policía. En realidad los concejales se quejaron de la actitud policial, como si desconocieran que la Policía actúa de esta forma en casi todos estos episodios y ejemplos hay por doquier. Pretender que no haya desmanes cuando hay concentración de jóvenes no existe en ninguna parte del mundo. Si se combinan alcohol, drogas y jóvenes algo va a pasar y no será algo sano.
Las respuestas irritaban a los concejales porque esperaban escuchar algo que las satisfaga o quizás esperan que Barrera responda como hubieran respondido ellos mismos. Esta actitud esconde una gran subestimación del jefe comunal porque consideran que cada acción del intendente es dudosa o está cuestionada o no responde a lo tradicional. En realidad todos quieren ser intendentes y creen que serían mucho mejor que Barrera.
Mabel Llompart insistió para que las respuestas a sus preguntas las responda el intendente. Barrera se negó a los requerimientos de la edil, incluso sonrió involuntariamente lo que mereció una reprimenda de Llompart. “De que se ríe intendente, no sea cobarde responda usted o diga que no sabe”, exclamo la concejal visiblemente enojada. La respuesta la dio el secretario de seguridad.
Cabe destacar que ningún concejal se presentó ni antes ni después de los incidentes en el lugar con el objetivo de indagar, obtener testimonios, observar, hablar con las víctimas o con los médicos que las atendieron, ninguno hablo con los concesionarios de playa instalados en el lugar, nada de eso, se notó que estaban desarmados e improvisaban.
En casi todos los temas que analizaron en la reunión con el intendente tuvieron el mismo tenor de confrontación. Hubo ataques, bromas, ironías, risas, gritos y malestar. Los concejales insistieron en obtener respuestas que los conformaran pero Barrera no se dejó arriar. Mantuvo su postura, respondió con inteligencia y es obvio que no tiene todas las respuestas. Es difícil mantener un dialogo cuando la relación que tienen el intendente con los concejales de la oposición es horrible. Las críticas furibundas que recibió durante todo el año pasado lo endurecieron y ya no hacen mella en la actitud de Barrera. La oposición no encuentra ideas inteligentes para cambiar la relación. Castiga al jefe comunal retaceando el presupuesto y el dinero para que esta municipalidad funcione con normalidad.
Lo que queda claro es que ninguno aportó al dialogo. Los concejales piden dialogo y cuando tiene la oportunidad apelan a la crítica y a la chicana política. Barrera se abroquela, se cierra y no dialoga. Es imposible concretar un dialogo en este escenario.
Lo que hizo Barrera con la empresa Ecoplata, con la obra de repotenciación eléctrica, con el Ultimo Querandí, con los gastos municipales, con el personal municipal no lo haría ninguno de los concejales en caso de que ocuparan el cargo de intendente. Nadie procedería igual a cualquiera de los que estaban en esa reunión ante los mismos hechos. Ahí está la raíz de esta grieta. Barrera no debería ser intendente, era el turno de Cambiemos pero en Villa Gesell fracasó porque el pueblo rechazó la propuesta radical.
Hoy estos concejales integran el departamento deliberativo con pretensiones de ejecutivo y ahí comienzan los problemas y también ahí terminan. Con este antecedente la próxima reunión será para discutir el Presupuesto 2017 y todos saben que los concejales no van a acceder al incremento de tasas que requiere Barrera para pasar un año mejor que el 2016.
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