A una semana de la "invitación - intento de interpelación" motorizada en el Concejo Deliberante Geselino que encerraba a todas luces la intención de dejar mal parado al Intendente Municipal Gustavo Barrera, el tiempo político parece haber entrado en una especie congelamiento pese a las altas temperaturas, sin dejar de mencionar que al menos dos caminos se han bifurcado después de la sesión en la que concejales de casi todo el arco opositor, con alguna excepción como siempre ocurre, pusieron todo su esmero en pasar el papelón del verano.
Abucheados y repudiados, desafiados hasta en el uso de la palabra por vecinos que llegaron al recinto de la calle 5, tuvieron igual la intrepidez de incursionar en la crítica sin siquiera pensar si de lo que intentaban responsabilizar al Intendente, tenía algún asidero más allá de la parafernalia politiquera en toda su dimensión.
Es así que comenzó la "función" con un agravio a la presencia popular que se siente parte de un proyecto de gobierno que supera la figura del intendente y encarna una visión de lo popular acorde a lo que han sido considerados "los mejores años" de la Argentina reciente, es decir los años del kirchnerismo.
Acto seguido, la gran demostración de desconocimiento, de mentalidad colonizada, del ejercicio de un discurso armado para destruir y no para mejorar, de intentar responsabilizar a la esfera municipal de cuestiones que son de estricta incumbencia provincial, como la seguridad o el tema de los rebalses de las clocas, ignorando incluso las obras realizadas muy bien detalladas por el secretario Galli.
A una semana de ese montaje, nadie se sorprendía el día domingo al ver como siempre, al mandatario comunal atendiendo en el negocio familiar, como uno más, confundido entre el público y los trabajadores y muchos se preguntan por que senderos caminarán estas horas aquellos concejales que aún no ha querido votar el presupuesto para el año en curso, o han negado la firma de convenios con la provincia de Buenos Aires por los cuales se atienden muchas de las problemáticas que por otras ventanas de la comunicación denuncian sin resolver.
Quizás los ediles no han encontrado en las páginas del gran diario argentino, nada que vincule esta inconsistencia argumental y por eso transitan con orgullo esa senda que los deja en el centro de la crítica.
Dos caminos, hace tiempo abiertos, se han mostrado con gran presencia. Uno, el que propone el gobierno municipal, que encierra trabajo, dedicación, reconociemto de errores, presencia en la comunidad, oponiéndose a intereses que no siempre aparecen como destinados al bien común.
Por el otro sendero, el del facilismo y la politiquería, los sectores de la oposición aparecen menospreciando la actividad política, enarbolan un discurso fácil, sensible a los oídos de algunos sectores conservadores de la sociedad geselina, incluyendo medios de comunicación, incluso nacionales, que más allá de las expectativas del verano, han manifestado un interés inusitado en las cuestiones domésticas de una comunidad tranquila, que dos o tres meses al año, como estos que transitan, explota y deja de lado su habitual ritmo.
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