Quedan tres semanas para las elecciones legislativas de 2017. Después de los resultados de las PASO, donde Unidad Ciudadana ganó por unos pocos miles de votos, se vuelve indispensable para la fuerza política que lidera Cristina Fernández de Kirchner salir a buscar los votos de quienes eligieron a Randazzo o Massa como alternativa. La tarea no es sencilla, y de acuerdo a los números que manejan los encuestadores Cambiemos estaría ganando la elección por 2 o 2,5 puntos. Así y todo, es importante que quede bien claro de qué lado se está.
El modelo político y económico del macrismo ya lleva vigente casi dos años y tiene saldos muy negativos: un desaparecido al que todo parece indicar que se lo llevó gendarmería, y que el gobierno de Macri trató de encubrir hasta el último minuto; niveles de desempleo y trabajo informal que crecen, y que para colmo pintan como mejoras cuando se acercan a los niveles de 2015 (el año en que supuestamente todo estaba por explotar y por esa razón había que votar al cambio), persecución judicial a periodistas, sindicalistas, jueces y activistas que se manifiestan contra el gobierno, y planes para después de octubre de seguir precarizando la salud, el trabajo y las jubilaciones a través de proyectos que se venden con nombres muy rimbombantes como Cobertura Universal de Salud, pero que esconden proyectos de privatización de la sanidad y recortes a las obras sociales.
“Tiempos oscuros y difíciles nos aguardan” diría Dumbledore hablando sobre el inminente regreso del señor oscuro, y Macri si bien no está rodeado del entorno fantástico de las novelas de Rowling, toma medidas contra los que menos tienen que mucho se parecen al desamparo y al temor que generaba el personaje de ficción. ¿Qué nos queda?
Unidad Ciudadana tiene una tarea muy difícil por delante. Lograr en estas tres semanas subir esos dos puntos que las encuestas le dan a Bullrich, no será fácil, quizás no sea posible, pero no se podrá decir que no se está intentando. Cristina está saliendo a caminar los barrios, dio entrevistas a medios opositores, abrió la posibilidad de debatir siempre y cuando fuera en una universidad pública, y no en la Meca del macrismo, que son los estudios de TN. Los representantes de Unidad Ciudadana a nivel local también lo hacen, caminan los barrios, llevan sus propuestas al vecino, escuchan los reclamos (que no son pocos) y empiezan a mostrar las posibilidades de acción en caso de tener una mayoría más sencilla en el Concejo Deliberante. El optimismo de los candidatos ayuda a sobrellevar las noticias que llevan desde la capital, donde los grandes medios fogonean que el partido ya está ganando por Cambiemos. Sin embargo, lo más importante es diferenciar la forma en la que se vive y ejerce la política, porque eso es lo que va a quedar después de estas elecciones, de cara a las próximas, y a las que vengan después de esas también.
Si miramos todos los partidos a los que perteneció Lilita Carrió o Margarita Stolbizzer, veremos que cada elección se presentaban con un sello diferente. Uno dirá, “bueno, Cristina hizo lo mismo con el Frente para la Victoria y ahora con Unidad Ciudadana” la diferencia no radica tanto en el nombre de los partidos, sino en los modelos de país que se defienden. La lilita del ARI hablaba contra Macri, sostenía que no iba a saber cómo decirle a sus hijos que lo peor de la patria contratista llegó a lo más alto del poder político. Hoy la misma persona funciona como defensora de los peores chanchullos de corrupción del presidente. El blanqueo millonario de su hermano, las misteriosas bolsas con dinero que le robaron a Michetti, los inmuebles no inmuebles de Gustavo Arribas, los Panamá Papers, todas causas que en épocas del kirchnerismo hubieran escandalizado a Carrió y a los medios hegemónicos, y que hoy ni figuran en los titulares. Así están las cosas.
El poder judicial es otro que está muy debilitado en la opinión pública en tiempos del macrismo. Al igual que la suprema corte menemista, el sistema judicial está demostrando que puede ser manejado a su antojo por los poderes políticos y económicos. Que un juez como Bonadio, con decenas de causas en su contra por mal desempeño, pueda llevar adelante denuncias contra Cristina en plena campaña electoral para servir como titular y así desviar la atención de los lectores da cuenta de la peor forma de hacer política, la que solamente sabe utilizar Cambiemos porque si discute cara a cara su proyecto de país, se queda balbuceando como el presidente en Mendoza tratando de recordar las medidas que estaban celebrando. Patético.
Habrá que discutir cómo funciona el poder judicial. Evidentemente estos hombres con toga que no pagan impuesto a las ganancias y se creen por encima del pueblo, deberán ser elegidos por la gente. Ya que hasta ahora se defendía la idea de que no se hacía para que no estuvieran influenciados, pero los últimos años nos demuestran que los jueces tienen mucha mayor influencia por parte de los más poderosos. Ojalá llegue esa discusión, una de las tantas que es necesaria en el país para empezar a poder ver un horizonte de esperanza.
Escuchar en los grandes medios hegemónicos el festejo porque se despidió un periodista, o que el país está mejor porque se está volviendo a niveles de trabajo y actividad económica como los de 2015, cuando ese año los titulares decían “vamos a camino a ser Venezuela”, es lo que quita credibilidad a los medios y a los políticos que se prestan a ese juego de los titulares. Si queremos reconstruir la confianza de la gente en la política, hay que empezar a hacer lo que decimos, y a decir lo que hacemos, y no a construir una realidad en base a notas y esperar que nadie las desmienta. Porque tipos como Bonelli en TN ya tienen el record Guinness de desmentidas, aunque está en discusión esto último porque lo de Lanata en los últimos tres años fue patético. Cada nota que sacaba el domingo era desmentida el lunes a la madrugada. Esperemos que la gente empiece a ser más exigente con sus políticos y con sus periodistas, porque hay libertad para decir cualquier cosa, y después no se presentan pruebas, pero la opinión pública ya fue bombardeada desde diferentes programas y portales de noticias con una mentira que después es muy difícil de desmontar. Y si no, la persecución contra los medios y los periodistas opositores, que tanto molestaba hace unos años, y que ahora parece ignorar que a Verbitsky el presidente lo insulta en público porque revela que su hermano blanquea millones de dólares, o a Navarro que lo echan del canal bajo amenazas a uno de los dueños “o lo sacas, o te mando preso”.
Pese a que el futuro inmediato pueda parecer oscuro, hay que recordar esa frase que dice “no hay mal que dure cien años”, así que el gato puede seguir mintiendo y convenciéndose a si mismo, y a los votantes poco formados e informados durante el tiempo que sea. Pero tarde o temprano, cuando la heladera este vacía, cuando le vuelvan a tocar los ahorros a la clase media que cada vez es menos media, ahí, cuando salgan a la calle, nos vamos a volver a encontrar. Vamos a volver a tener un gobierno popular. Eso sí, quedémonos tranquilos y orgullosos de haber estado del lado correcto, en las victorias y en las derrotas. Porque mucha gente va a venir con la cabeza gacha, mirando el piso e incapaz de entender totalmente porque se pegó un tiro el pie votando al representante de los poderes económicos concentrados. Y es así, hay gente que por más que uno se lo diga con palabras fáciles, no lo entiende. Y tenemos que comprenderlo y aceptarlo, capaz reprenderlo un poco pero nunca enojarse porque vamos a volver a estar mejor todos juntos, eso es la solidaridad. El tema es que de una vez, y para siempre, lo aprendan de forma definitiva. Y que no se olviden de acá a 8 años cuando estén mejor, como pasó después de 12 años de kirchnerismo.
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