No fue un conflicto común de trabajadores y la empresa que los contrata. Aquí el patrón, Gustavo Pereyra, estuvo a la cabeza del conflicto por un pliego de licitación para cubrir el servicio de transporte público de pasajeros por los próximos diez años. Del otro lado se ubica el intendente municipal Gustavo Barrera, quien debe otorgar esa concesión
En el medio quedaron los trabajadores de la empresa quienes creen que si defienden a la empresa defienden sus puestos de trabajo y los usuarios afectados por una exagerada medida de fuerza por tiempo indeterminado dictada por la Unión Tranviario Automotor (UTA) el sindicato que aglutina a los choferes de colectivos.
Los argumentos del empresario Gustavo Pereyra, dueño también de Ecoplata, la empresa de recolección de residuos sólidos urbanos de la ciudad, aumentaron la posibilidad de que este conflicto sea más grave y de consecuencias nefastas en la antesala de la temporada de verano.
Este lunes pasado comenzó la medida de fuerza en un intento de evitar que el jefe comunal promulgue el pliego de licitación. Fue una advertencia que no se materializó en acciones violentas a la espera de una alternativa que abriera una instancia de negociación. Todo se derrumbó ese mismo día por la noche cuando Gustavo Barrera firmó el pliego para ponerlo en vigencia. Esta medida enardeció a Gustavo Pereyra quien en las primeras horas del martes movilizó 26 colectivos, sus choferes, una patota de UTA Mar del Plata, quema de gomas, huno negro, insultos y agresión frente al edificio municipal.
“Creo que estamos en un momento difícil porque hace tres o cuatro meses que estamos hablando de este tema y este intendente me ha defraudado totalmente porque es una gran mentira todo lo que me ha dicho que se iba a trabajar en conjunto, que se iba a asesorar, nunca tuvimos la culpa. Lo único que hace es echarle la culpa a Atilio Roncoroni, a fulano y a mengano para sacarse el poncho de encima y esto no es así. Hasta acá se llegó. Más allá de las diferencias que tengo con Martínez Salas, tengo que reconocer que ellos se interiorizaron del tema, buscaron y le dieron participación al intendente, pero este muchacho parece que no hace nada por este por ningún otro tema”, opinó Gustavo Pereyra con dureza.
Después de menoscabar la figura del jefe comunal con dureza y su denominación de “monje negro” para calificar al coordinador General del municipio el abogado Marcelo Martino, Pereyra mostró sus verdaderas intenciones.
“Esto se soluciona con una reunión sentarse las partes y armar un pliego potable no solamente para el Ultimo Querandí sino para cualquiera que venga a prestar el servicio. Es una estupidez hacer un pliego donde todo el mundo viaje gratis, los mismos concejales que nos dieron una tarifa de cinco pesos y después de dos años la rebajan a 4 pesos, son cosas inexplicables. En 15 días tenemos que poner aire acondicionado a las unidades. Hay mucha gente que dice que el pliego lo quiere hacer los del Querandí, en realidad sí. La historia es que nosotros sabemos la necesidad de la empresa y vamos a marcar las diferencias, ahora lo que la gente tiene que entender que cuando haces un pliego en condiciones potables es para cualquier empresa. Con estas condiciones nosotros no nos podemos presentar con esto lo único que se lograr que se queden sin oferentes más cerca de la temporada.”
“Aquí hay que readecuar la tarifa, revisar los pases gratis, que se adecue la movilidad de los coches, si se revisan estas podrán venir otras empresas y nosotros nos podemos presentar y si perdemos la licitación nos vamos. Los concejales no tiene idea de lo que votaron con este pliego, esto no es serio y con respecto al intendente es mentiroso y farsante”, expresó Pereyra.
El empresario estaba enojado con el jefe comunal, con los concejales, con el secretario de gobierno. Nadie, según su óptica, había trabajado bien en la elaboración del pliego. Insultó, a diestra y siniestra y termino pidiendo la renuncia de intendente: “se tiene que ir porque, este muchacho no puede gobernar”
La actitud del sindicato fue elocuente, planteo una movilización donde los trabajadores salieron a respaldar a la empresa con el pretexto de defender la fuente de trabajo. En este apartado es vital citar al concejal Fernando Acebal quien afirma que el artículo 225 de la Ley de Contrato de Trabajo, incluido en el artículo 27 del Pliego de Concesión que establece que en el caso de la transferencia de establecimiento los trabajadores conservaran sus derechos, la antigüedad, la categoría y el salario. En otras palabras los trabajadores no están perjudicados, salvo que no se presente ninguna otra empresa.
El empresario relató con lujo de detalles, incluso con ironías y descalificaciones hacia la figura del intendente y resaltó las contradicciones del gobierno y los pormenores de la elaboración del pliego Si bien es cierto que hubo idas y vueltas del jefe comunal, el pliego se trabajó en el Concejo Deliberante en su totalidad y fue votado por unanimidad. Hubo una copia que fue girada al ejecutivo en busca de alguna modificación, pero nunca se pronunció. Es ahí donde aparece la figura de Atilio Roncoroni y el cajoneo posterior del expediente. No obstante los ediles de todos los bloques quedaron muy satisfechos por el trabajo realizado y el pliego fue promulgado por el intendente. Pero el empresario Gustavo Pereyra planteo sus diferencias, lo hizo con fiereza y violencia. Era escasa la patota de la UTA pero muy ruidosa y el fuego y el humo negro de las cubiertas incendiadas cubrió el centro de la ciudad en la antesala de la temporada.
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