Rocío Bonacci, diputada de La Libertad Avanza, ha intensificado las tensiones dentro del bloque oficialista al responsabilizar a Martín Menem y a la Casa Rosada por la controvertida visita de seis diputados al genocida Alfredo Astiz en el Penal de Ezeiza. En una reciente entrevista televisiva, Bonacci afirmó que la visita contaba con la aprobación de Menem y otros funcionarios del gobierno. La diputada se distanció de la visita, afirmando que su principal error fue confiar en un colega y que había interpretado erróneamente el propósito de la visita, a pesar de su asociación con Victoria Villarruel, quien ha defendido públicamente a represores.
La participación de Bonacci y sus colegas en la visita a Astiz ha dejado una marca significativa en sus carreras, con varios enfrentando pedidos de expulsión en la Cámara de Diputados. Menem y otros funcionarios han optado por mantener un perfil bajo, describiendo el evento como una "decisión personal" y replicando el argumento del presidente Javier Milei. Bonacci, sin embargo, ha seguido señalando a Menem y la Casa Rosada, cuestionando la legitimidad de la invitación y el proceso detrás de la visita.
A pesar de su intento de distanciarse públicamente de la visita, la trayectoria de Bonacci refleja una cercanía con la familia militar, como lo evidencian sus vínculos previos y su relación con Victoria Villarruel. La diputada también ha tenido conexiones familiares con figuras y movimientos de derecha, incluyendo su padre, el empresario José Bonacci, conocido por sus posturas filonazis y su cercanía con Alejandro Biondini. La historia de Bonacci añade una capa adicional de complejidad a la controversia en torno a la visita a los represores.
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