La concejala de Juntos por el Cambio, Clarisa Armando, ha salido a dar un colorido relato en los medios de comunicación (Canal 2, Por la 3 Derecho). Según ella, los concejales oficialistas tuvieron discursos de odio y violencia. Lo que se pudo ver fue a vecinos y vecinas que salían del bloque de Cambiemos en el HCD y se aferraban a las ventanas sin respetar las medidas de distanciamiento, gritando cosas tales como “ojalá se mueran tus hijos” o “nosotros los pusimos ahí, y nosotros los vamos a bajar”, que no eran precisamente mensajes de voz y concordia.
Evidentemente la concejala Armando desconoce que la democracia implica escuchar las voces disidentes y poder tener diferencias. Creer que porque 30 vecinos y vecinas estaban a los gritos tenía que hacerse lo que ellos desean, es desconocer el funcionamiento de las instituciones democràticas.
Y en ese desconocimiento
le exigió a la bancada oficialista “que se banque los gritos y se calle la boca”. Una triste referente del modelo María Eugenia Vidal de construcción política, totalmente contradictorio al mensaje de diálogo que pregona, en un típico caso de doble vara entre el decir y el hacer. Como demostración de ello su acto de levantarse para dejar sin quórum la sesión y terminar con cualquier instancia de diálogo, porque pareciera que si no votan como ellos quieren, no hay razón para debatir. No terminan de aceptar una derrota en las urnas que le da al oficialismo la mayoría para seguir dirigiendo el rumbo de la ciudad.
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