El Partido Republicano (PRO) enfrenta una profunda división tras la tumultuosa asamblea nacional en la que el sector liderado por Patricia Bullrich se retiró en protesta. La discordia estalló cuando los delegados de Bullrich fueron excluidos de la conducción, que el sector de Mauricio Macri intentaba consolidar. Esta disputa subraya las tensiones internas entre quienes respaldan la alianza de Bullrich con el gobierno de Javier Milei y aquellos que critican esta posición estratégica.
En medio de empujones y gritos, los partidarios de Bullrich acusaron a los seguidores de Macri de no cumplir acuerdos previos, provocando un ambiente tumultuoso que refleja una lucha por el control del partido y sus directrices electorales. La confrontación evidenció una clara discrepancia sobre el rumbo futuro del PRO y el manejo de las relaciones con otras fuerzas políticas.
Antes del caótico encuentro, Bullrich había publicado una carta defendiendo su apoyo a Milei y cuestionando las demandas de Macri sobre fondos de coparticipación para la Ciudad. En su declaración, Bullrich enfatizó la necesidad de un debate interno profundo sobre el curso del partido, destacando que se trata de mucho más que ocupar cargos, sino de definir un rumbo claro y consistente para el PRO.
Esta fractura expuesta en la asamblea del PRO no solo pone en duda la unidad del partido, sino que también sugiere que las diferencias ideológicas y estratégicas podrían llevar a una separación más profunda en el futuro próximo.
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