En un multitudinario encuentro en Bolivia, el Papa señaló que a las "3T" son derechos sagrados y pidió a los movimientos populares a no achicarse "frente a un sistema que impone ganancias a cualquier costo". También sostuvo que "la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener". En otro pasaje de su discurso pidió perdón por los crímenes contra los pueblos originarios de América en nombre de la Iglesia.
"Digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos... Y tampoco lo aguanta la Tierra”, dijo ayer el Papa en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, al cerrar el segundo encuentro mundial de organizaciones sociales.
El pontífice argentino arremetió contra un sistema que “sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales”.
“Cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común”, el planeta, advirtió, retomando conceptos de su encíclica Laudato Si.
Los excluidos pueden "hacer mucho" y ser protagonistas de "los grandes procesos de cambio" nacionales, regionales y mundiales en pos de garantizar "las tres T": trabajo, techo y tierra, afirmó al instar a no resignarse a aguardar soluciones, porque “un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir”.
El primer camino, dijo, es “poner la economía al servicio de los pueblos" a fin de crear “condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad”.
Esto “no es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo”, alentó Jorge Bergoglio y apuntó que una justa distribución de los bienes no es “filantropía”, sino “un deber moral” y para los cristianos “un mandamiento”.
Luego hay que unir a los pueblos, que "quieren ser artífices de su propio destino", transitar "en paz su marcha hacia la justicia" y "no quieren tutelajes ni injerencias", porque cuando privan "a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía" surgen "nuevas formas de colonialismo”.
Ese colonialismo, cuestionó el Papa, aparece como el “poder anónimo del ídolo dinero” e impone “medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres", crea “pobreza y migraciones forzadas” y una inequidad que deriva en violencia que no podrán frenar con "recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener”.
El pontífice dijo que los movimientos sociales "son sembradores del cambio" y los alentó a seguir en esa senda con "coraje, alegría y perseverancia", con la "certeza de que tarde o temprano van a ver los frutos" del cambio.
Y pidió a los dirigentes que "sean creativos" y construyan "sobre bases sólidas" teniendo presente "la realidad de sus hermanos", porque de esa manera "no se van a equivocar" en sus decisiones.
También invitó a "pensar juntos algunas tareas importantes para este momento histórico" en pos de un "cambio positivo", enriquecido "con el trabajo mancomunado" de gobiernos, movimientos populares y otras fuerzas sociales. "No es tan fácil definir el contenido del cambio", indicó.
"No esperen de este Papa una receta", porque "ni el papa ni la iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social" ni "la propuesta de soluciones a problemas. Me atrevería a decir que no existe una receta", sino que esa respuesta la van construyendo las generaciones.
“Se han cometido muchos pecados contra los pueblos originarios de América Latina en nombre de la Iglesia y, tal como lo dijo Juan Pablo segundo, es tiempo que la Iglesia se postre ante Dios y pida perdón por los pecados pasados y presentes", dijo el Papa Francisco ante cientos de delegados de movimientos populares de 40 países del mundo.
Francisco también recordó a "millares de sacerdotes y Obispos que se opusieron a la lógica de la espada con la fuerza de la Cruz. Hubo pecado y abundante pero allí también sobreabundó la gracia frente a esos pueblos originarios, recuerden a todos".
Instó además a los movimientos populares que defienden los derechos de los excluidos a "no achicarse frente a un sistema que impone las ganancias a cualquier costo" ya que "el futuro de la humanidad está en las manos de los más humildes, en su capacidad de organización y en la búsqueda colectiva de las tres T: Tierra, Techo y Trabajo".
El papa Francisco cerró hoy el segundo encuentro de los movimientos populares conformados por artesanos, campesinos, pueblos originarios, cooperativistas e integrantes de fábricas recuperadas, entre otros, durante el segundo día de su visita a Bolivia.
"Los movimientos populares tienen tres desafíos por delante -destacó el papa Francisco- poner la economía al servicio de los pueblos, unirlos en el camino de la Paz y la Justicia y defender a la Madre Tierra" al tiempo que agregó que el futuro de la humanidad "está en manos de los movimientos populares".
El Santo Padre hizo alusión además a que "hay que reconocer que necesitamos un cambio, hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos que tiene una matriz global y que ningún Estado puede resolver por si mismo".
"Queremos un cambio real, un cambio de estructuras, este sistema que busca las ganancias a cualquier costo y que llamo 'el estiércol del Diablo', ya no se aguanta, no lo aguanta ni los trabajadores ni los campesinos ni la hermana Madre Tierra" y añadió "me alegra tanto que la Iglesia se sienta cercana a los movimientos populares".
"En serio las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, trabajadores sin derecho y personas heridas en su dignidad, estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña de nuestros barrios", dijo el Sumo Pontífice.
"Hay un anhelo de cambio en todos los pueblos del mundo, incluso dentro de las minorías reducidas que cree beneficiarse con este sistema, donde reina la insatisfacción y la tristeza. Muchos esperan un cambio que los libere de esa tristeza individualista que los esclaviza", enfatizó.
El Papa aseguró además que "ahora nos ensañamos con nuestra casa, con nuestra Madre Tierra, los científicos aceptan que se producen daños en el ecosistema, se castiga a la tierra y a los pueblos y a las personas de un modo salvaje por ese sistema que busca el dios Dinero". En este contexto llamó a los movimientos populares a "no achicarse porque el futuro de la humanidad esta en sus manos. Ustedes (por los movimientos sociales) son sembradores de un proceso de cambio que no llegará porque se impuso tal opción política"
"Hay que sostener un proceso social de cambio de estructuras que, si no viene acompañado de un cambio en el corazón, a la larga termina por corromperse, hay que cambiar el corazón", sostuvo el Papa.
Francisco también enumeró las nuevas formas de colonialismo vinculadas a "pautas alienantes de consumo, un nuevo colonialismo ideológico que viene de la mano de los medios de comunicación masivos".
Sostuvo además que el futuro de la humanidad "no está en manos de las grandes dirigencias, potencias y élites sino en manos de los pueblos y en su capacidad de organizarse"
"El colonialismo nuevo y viejo engendra pobreza, miseria y migraciones forzadas, pone la periferia en función del centro y se niega el derecho a un desarrollo integral.
Los movimientos sociales entregaron un documento al papa Francisco en el que destacan la defensa del trabajo como derecho humano, el rechazo a la precarización y la tercerización laboral, la defensa de los migrantes y los refugiados, y el impulso de una economía social y popular, entre otros puntos.
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