La reciente escisión en el bloque de la Unión Cívica Radical (UCR) ha dejado al descubierto tensiones internas significativas, con la elección de Pablo Juliano como nuevo presidente del grupo que se separó de Rodrigo De Loredo. Esta división se ha gestado en medio de críticas hacia quienes, según Juliano, "rinden pleitesía al Gobierno", mientras el nuevo bloque, que ha adoptado el nombre "Democracia para siempre", se aleja de las alianzas con el oficialismo. Los 12 diputados que se apartaron buscan distanciarse de las negociaciones con el gobierno de Javier Milei, especialmente tras decisiones polémicas que fueron en contra de los principios del radicalismo.
La ruptura se produjo tras un contexto de desacuerdos acumulados, especialmente en torno a la gestión de los jubilados y las universidades, donde algunos miembros del bloque original apoyaron medidas que generaron controversia. "No se puede defender a los jubilados por la mañana y luego tirarlos por la ventana por la tarde", enfatizó Juliano, subrayando la necesidad de claridad y coherencia en las acciones del bloque. La decisión de formar un nuevo grupo se considera una respuesta a las presiones internas y un intento de recuperar la identidad radical, tras las fallidas negociaciones que habían llevado a un clima de tensión y confrontación.
La nueva bancada se ha posicionado como un espacio que busca construir una alternativa clara dentro del radicalismo, manteniendo la puerta abierta a alianzas con otros sectores. A pesar de los intentos de conciliación y los esfuerzos de De Loredo por mantener la unidad, los disidentes han optado por un nombre que no hace referencia explícita a la UCR, lo que podría sugerir una estrategia para atraer a otros legisladores en el futuro. Con la figura de Mariano Campero emergiendo como un candidato a liderar el bloque radical-libertario, queda claro que la UCR enfrenta un proceso de reconfiguración que podría redefinir su papel en la política argentina.
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