26/10/2016
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Julio Carabajal Por Julio Carabajal

Pereira encerrado en su propio laberinto

Copete: 

El juez en lo Contencioso Administrativo de Dolores, Marcelino Escobar ordeno abrir las tranqueras del predio de disposición final de RSU para que la empresa Santa Elena pueda disponer los residuos de la ciudad  

Estaba apurado el hombre, apurado para cobrar por abrir la tranquera del predio donde depositan los residuos los municipios de Gral. Madariaga, Pinamar y Villa Gesell. Se apuró porque la medida de levantar la cautelar no estaba firme y cometió un error que desnuda su personalidad y su cinismo. No le importó que la ciudad se viera afectada por la falta de recolección de residuos con un grave peligro para la salud de los geselinos.        

La justicia indicó que, mientras no haya sentencia firme, el predio no puede estar cerrado. La medida del magistrado tenía efecto suspensivo, había que esperar que la Cámara de Apelaciones se expida, pero mientras tanto el predio debe permanecer abierto para que Villa Gesell arroje sus residuos urbanos.

Pereira hasta ahora ha demostrado que le resulta difícil administrar empresas y hacer negocios. Tiene la empresa de colectivos el Ultimo Querandí que presta un servicio deficiente y resiste a pesar de su administración. Hace unos años compró Ecoplata, una empresa deficitaria que anduvo con varios problemas financieros y adquirió un predio que hasta ahora le trajo más problemas que satisfacciones.

Ahora bien, Pereira sigue haciendo negocios que le permiten vivir holgadamente. Por el alquiler del predio de disposición final de residuos paga 60 mil pesos mensuales al propietario. Por recibir los residuos de Pinamar cobraría 800.000 mil pesos. En el predio hay una pala cargadora y tres operarios encargados de acumular los residuos. A Villa Gesell le exigió 895.000 pesos por quincena y se desconoce si Gral. Madariaga abona por arrojar sus residuos.

Quizá esté aquí el núcleo del apuro de Pereira para cerrar las tranqueras del predio. No se le cruzo por su mente el daño que provocaba a la comunidad; su comunidad, la misma donde vive y tiene sus negocios. Enojado y obnubilado porque no encuentra una salida a pesar de los apoyos solapados e invisibles el empresario se apuró y cometió un nuevo error. Quizá sea uno de los últimos.                        

 

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