La XXXIV edición de la Fiesta de la Diversidad Cultural que se desarrolla en Villa Gesell presentó una dinámica diferente a ediciones anteriores. Los visitantes percibieron un trato amable y menos tensión en las relaciones comunitarias
Caminar por las calles de Villa Gesell durante esta edición de la Fiesta de la Diversidad Cultural era respirar otro aire, diferente a ediciones pasadas. Es que en esta oportunidad la organización tuvo otra dinámica y un matiz distinto. En principio hay que resaltar que los organizadores fueron otros, más jóvenes, con menos experiencia pero que aportaron ideas nuevas y modernas. Si bien la maqueta del evento es la misma, las directivas, las propuestas partieron desde otra perspectiva, con otra mirada. Los que antes obedecían en esta oportunidad fueron los que propusieron y aportaron nuevos métodos y trabajaron incasablemente adaptándose a un criterio de austeridad que emanó de las autoridades.
Un detalle destacable fue la limpieza del sector donde se instalaron los stands gastronómicos. Fue notable observar una forma distinta de tratar los residuos. El criterio de que si uno cuida los demás imitan tuvo un efecto replicador. Lo mismo con la idea de destinar un predio especial para los artesanos y evitar la mezcla de rubros. El patio de fogones, en la esquina del Paseo 105 y Avenida 2 fue una idea novedosa que generó una propuesta telúrica que atrajo la participación de los turistas y mostró un germen de lo que se pretende para ediciones posteriores: ofrecer productos autóctonos de la comunidad.
Si bien los stands gastronómicos eran los mismos, con algunos pequeños detalles lucieron de otra forma, más ordenados, más limpios, más prolijos. Los techos negros y las paredes pintadas de color blanco permitieron que las instituciones que los administraron se lucieran con decoraciones propias.
El clásico asado criollo organizado por la Comisión Pro-capilla de Caacupé se llevó a cabo el sábado pasado con su característico entorno de buen rato y excelente atención. Es el evento donde la solidaridad comunitaria se exterioriza en un intercambio amistad y respeto. Las camareras son vecinas de la ciudad que conocen a los comensales porque estos son vecinos o turistas que llegan todos los años.
El desfile de Carrozas es otro clasico de la Fiesta. En esta oportunidad fue notable el trabajo y el talento que expusieron las cooperadoras, los docentes , padres y alumnos en los motivos que adornaron las carrozas. La imaginacion y la cratividad fueron acompañadas por el detalle minimo en la elaboración de las carrozas. Un trabajo destacable de la comunidad.
El clima acompañó esta edición de La Fiesta de la Diversidad Cultural. La lluvia y el cielo nublado estuvieron presentes hasta el viernes pasado. El sábado y el domingo el clima regaló buenas temperaturas, cielo limpio y sol pleno.
La madre de todas las Fiestas de Villa Gesell cambio su impronta y se percibió en esa ausencia de esquizofrenia que genera el poder absoluto y las órdenes caprichosas de funcionarios gastados y mañosos con el dinero público. En esta oportunidad la Fiesta volvió al pueblo, tomó ese camino comunitario que había perdido hace una decena de años. Intenta volver a ser la fiesta del pueblo. Organizada por el pueblo y para recibir al pueblo. Ese rumbo es el que deberá buscar y consolidar para afianzarse y tomar ese perfil austero, humilde, popular y pueblerino que es el que prefieren nuestros visitantes y nosotros mismos.
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