Parece un juego de palabras pero esconde una realidad que los kirchneristas niegan. En este lunes 27 de octubre se cumplieron cuatro años de su muerte. Una jornada en la que sus seguidores los recordaron. Hoy se volvieron a leer los logros, las acciones, la política, los sueños de un hombre que hoy pretenden elevar a la categoría de mito o héroe nacional.
Y allí aparecen las escuelas, la Asignación Universal, la movilidad jubilatoria, sin el 82 por ciento, el matrimonio igualitario, los 500 mil empleos que generaron desde el 2003 pero que hoy comenzaron a perderse, otra vez emergieron las críticas a los medios corporativos, otra vez Sabbatella contra Clarín como si a un pueblo preocupado por la inseguridad, la inflación y el desempleo le interesara saber lo que pasa con el grupo de Magneto.
“Vive en el pueblo dice un cartel”, el viento que empuja todo” dice otro para describir a un hombre inteligente que supo aprovechar todas las herramientas disponibles para ejercer el poder. Un hombre sabio que supo respaldarse en las organizaciones de Derechos Humanos para quedarse con la ideología más respetada que los argentinos tenían hasta el 2001. Verdaderos símbolos de la lucha contra la dictadura Todos querían a Las Madres de Plaza de Mayo y a las Abuelas, eran respetadas en el mundo, hoy esas mismas madres desprecian a su pueblo, se arrodillan ante al gobierno y logran que el estado asuma la deuda de la Universidad que lleva su nombre. Fue Bonafini quien adoptó como hijos a los hermanos Schoklender, los mismos a los que hoy responsabiliza de todos sus males. Pero sin explicar, en verdad, cómo y por qué se creó “Sueños Compartidos”, una suerte de empresa constructora de viviendas con presupuesto nacional, una temática muy alejada de sus orígenes y esas célebres rondas en la Plaza. Es que el kirchnerismo no es la pureza política, eso ya pasó, una década ganada deja paso a la aclimatación del poder. Las urgencias no son tales, y afloran los negocios inevitables que se abren después de tanto tiempo en los mismos lugares. Es ahí, entonces donde aparece Amado Boudu, como un emblema de la impunidad que sostiene Cristina.
Hoy tenemos un país con alta inflación, con inseguridad, con menos empleo, en default, un país donde las temperaturas trepan a los 30 grados y se corta el energía eléctrica, un clásico que lleva varios años de promesas y todo sigue igual, donde importamos gas y pagamos fortunas que podrían estar destinadas a otros objetivos menos negligentes, es el país de la cadenas nacionales todos los días , un país donde se reforma el Código Civil y se suprime el derecho al agua potable y en este mismo país donde el oficialismo va a votar la ley de hidrocarburos permite el sistema Fracking (fractura hidráulica) una técnica de extracción de gas y petróleo de yacimientos no convencionales que emplea una técnica de perforación mixta. Para liberarlos se debe fracturar la roca inyectando millones de litros de agua a alta presión (98%), mezclada con arena y una serie de aditivos químicos (2%). Un país donde la verdad siempre es propiedad del oficialismo, donde las responsabilidades son del otro, un país donde hay pobres aunque lo nieguen, donde la calidad educativa es deficiente, un país donde hay calles, avenidas, plazas, centros deportivos, canchas de futbol, mausoleos y un millonario y ostentoso Centro Cultural que se denominan Néstor Kirchner.
“Si un país tiene funcionarios ricos es porque hay algo que no anda bien”, decía la abuela Luisa, una peronista tucumana que se enfrentó con los soldados cuando vinieron a secuestrar a su nieto, pero no pudo evitarlo. Este es un país donde la justicia está condicionada, donde se muere un pibe en el conurbano por día de un tiro, un país donde la vida de un pibe se mide por la cantidad de paco que logra consumir por día, un país donde Lazaron Báez lava millones y ni siquiera está procesado. Ese país que es este del final de ciclo no quería Néstor que dijo que no dejaba sus convicciones en la puerta de la Casa Rosada, Si es cierto él no las dejo, porque se murió, pero su esposa si lo hizo.
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