El proyecto lo envió la presidente al Senado el pasado viernes. Se transfiere el presupuesto y no se eliminan los fondos reservados. Al final todo sigue igual, es un cambio de nombre y algunas otras medidas que refuerzan el poder del gobierno.
Cristina Kirchner transferirá el personal y los activos de la Secretaría de Inteligencia a la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), pero una de las nuevas exigencias que tendrán los espías será presentar su declaración jurada. Esta que es el núcleo del proyecto no modifica en nada la actual organización. Serán los mismos agentes con sus mismos jefes. En buen criollo esto se llama “gatopardismo”, cambios que no cambian nada.
El proyecto anunciado la semana pasada por Cristina llegó al senado con los retoques de Carlos Zannini, pero como ya es conocido del anuncio al hecho hay diferencias. En este caso es un texto breve e impreciso.
El artículo 23 confirma que los espías no perderán el trabajo. “Disuélvase la secretaría de inteligencia y transfiérase la totalidad del personal, bienes, activos y patrimonio a la Agencia Federal de Inteligencia”, señala.
La excepción será la Dirección de Observaciones Judiciales, el área encargada de la escuchas que como anunció Cristina pasará a cargo de la Procuración a cargo de Alejandra Gils Carbo. Se mantendrán los mismos escalafones y salarios, que ya fueron incrementados la semana pasada.
Quedarán inhabilitados de 3 a 10 años los espías que intercepten comunicaciones y con entre 2 a 6 a quienes no destruyen las escuchas aún realizadas por orden judicial. El secretario y subsecretario de la Agencia serán nombrados por mayoría simple del Senado, pero podrían ser removidos por el presidente cuando lo desee.
La novedad del proyecto es que “Todo el personal de los organismos de inteligencia, sin distinción de grados, sea su situación de revista permanente o transitoria estará obligado a presentar las declaraciones juradas por la ley 26.857”, señala el artículo 25.
El proyecto mantiene el secreto en el manejo de los fondos de inteligencia, al sólo ratificar la facultad de control de la bicameral de organismos de inteligencia, que rara vez se reúne.
Seguirán los famosos “fondos reservados”, una caja millonaria que busca manejar Máximo Kirchner junto a su amigo Fernando Basanta.
Nada cambia, o casi nada, retoques de una agencia que seguirá espiando a los argentinos y muchos más a los que no son ni nacionales ni populares.
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