Convocaron protestas bajo el lema “indulto es un insulto”. Ya lo habían excarcelado en 2017 y vuelto a encerrar. Ahora sale con apoyo del Ejecutivo.
Perú vivió un día negro para la justicia y los derechos humanos. El exdictador Alberto Fujimori, que cumplía una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad, salió libre por un cuestionado indulto dado en 2017, luego anulado por ser considerado ilegal y hace unos días resucitado por el Tribunal Constitucional (TC) en una decisión dividida.
La liberación de Fujimori desacata resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que ha calificado de ilegal el indulto, y que emitió una resolución señalando que el Estado peruano debía abstenerse de liberarlo “para garantizar el derecho de acceso a la justicia de las víctimas”.
El gobierno de Dina Boluarte, aliada del fujimorismo, decidió incumplir lo resuelto por la Corte IDH, cuyas resoluciones son de cumplimiento obligatorio, y liberar a Fujimori en sintonía con el Tribunal Constitucional. Esto pone al Estado peruano contra el sistema interamericano de derechos humanos. Con el lema “indulto es un insulto” se han convocado protestas contra la liberación del expresidente que entre 1990 y 2000 encabezó un gobierno autoritario y corrupto.
Fujimori salió de prisión a la casa de su hija Keiko --su heredera política-- en un exclusivo barrio de la capital. Keiko había llegado al penal junto con su hermano Kenji antes de que su padre fuese liberado. Esperaron su salida con dirigentes y congresistas del fujimorismo en la puerta del penal, una cárcel exclusiva para expresidentes dentro de un cuartel policial.
Por el penal desfilaron viejos rostros de la dictadura que salieron como fantasmas de tiempos oscuros y nuevas caras del fujimorismo que encabeza Keiko y rinde culto al dictador condenado por asesinato con alevosía y secuestro agravado.
Al final de la tarde del miércoles se abrió la puerta metálica del penal y salió Fujimori con un barbijo mal colocado. Se abrazó con sus hijos. Dirigentes fujimoristas, acompañantes de la familia y policías tomaban fotos con sus celulares. El padre y los dos hijos subieron a una camioneta de la familia estacionada en la puerta del penal. Se sentaron en el asiento trasero y salieron del cuartel policial. En la calle los esperaban decenas de simpatizantes. La camioneta avanzaba lento, abriéndose paso entre la gente que daba vivas al exdictador. Sonaba la canción “chino, chino, chino…”, usada en la campaña electoral para las elecciones del año 2000 que Fujimori ganó con fraude.
Todos los derechos compartidos