Durante todo el mandato del presidente Macri los kirchneristas/peronistas gritábamos a viva voz, como un grito de esperanza y de guerra “vamos a volver”. Poco tiempo había transcurrido desde los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y el recuerdo de los doce mejores años de nuestra vida estaba aún latente. Era más que comprensible esa consigna ante el descalabro que el “domador de reposeras” llevaba a cabo bajo su gobierno.
Conocimos por nuestros padres los gobiernos de Eva y Perón, por experiencia propia, el de Perón hasta su paso a la inmortalidad. Luego el ensayo neoliberal fascista de Isabel Perón, López Rega, la Triple A y el rodrigazo hambreador. Más tarde Menem con su neoliberalismo a pedido del imperio yanqui en las antípodas de la doctrina justicialista. Después vino Duhalde, que si bien estabilizó la economía, su visión neo fascista se cargó a los luchadores populares Darío Santillán y Máximo Konsteki.
El peronismo entonces parecía acabado y fue Néstor y luego Cristina quienes volvieron a la doctrina y nos brindaron a los trabajadores una nueva version de ese peronismo combativo que enamoró a millones.
Cómo no íbamos a creer que con Cristina tan cerca el gobierno de Alberto Fernández era una vuelta al bienestar? Pero fue evidente que este presidente tenía acuerdos previos con las grandes corporaciones que impedían el enfrentamiento necesario.
Así, la última versión del peronismo, con el pretencioso título de “peronismo renovador” nos llevaba al fracaso y al empobrecimiento de grandes sectores de nuestra sociedad. No sería una sorpresa si recordamos que este “peronismo” pretendía solamente convertir al movimiento en un partido capitalista demócrata como los socialdemócratas europeos.
Y así nuestro pueblo agotó la experiencia con el peronismo no kirchnerista. La bronca de tener trabajo y continuar en la pobreza llevó a millones a buscar “algo distinto” ya que con la aparición de la fiesta de Olivos en pandemia, los vacunatorios vip, los Insaurraldes y Chocolates mostraron a los peronistas iguales a los otros. La frase “son todos iguales” se potenciaba con estos hechos y eligieron a Milei. Toda esa frustración y desencanto con el peronismo en general que tanto soñó la izquierda, se canalizaba a través de la extrema derecha.
No es un dato menor que nuestro pueblo se haya jugado por algo que, en principio, sonaba a distinto, que colocaba en lugar de corporaciones, empresarios y terratenientes como enemigos a los políticos. No era una conclusión difícil de sacar a la vista del fracaso del gobierno de Alberto Fernández y sus desprolijidades para no citar su pasividad ante los poderosos. Queda más que claro, entonces, que el lema “vamos a volver” ya no tiene el menor sentido aunque esté gobierno sea desastroso para los trabajadores.
Todos los peronismos ya gobernaron y lo cierto es que los únicos que favorecieron ampliamente a los trabajadores fueron los de Perón, Néstor y Cristina. El “vamos a volver” ya no tiene sentido cuando remite automáticamente al gobierno de Alberto Fernández. Por lo tanto, hay que crear una nueva alternativa. Hay varios cuadros valiosos dentro del campo popular para formar una nueva fuerza. Por supuesto que deben estar encuadrados dentro de la doctrina peronista aggiornada a los nuevos tiempos. Axel Kiciloff, Juan Grabois, Quintela y otros deben juntarse y acordar al menos diez puntos básicos de coincidencias para crear una nueva esperanza. Pero debemos tener en cuenta que todavía una gran porción de nuestro pueblo está esperanzada que con el sacrificio exigido por esta banda de lunáticos y delincuentes que nos gobiernan, vamos a vivir mejor.
Ante esta situación de miseria planificada el estallido es inminente, pero eso no llevará a ningún lado positivo si, desde nuestro campo, no ofrecernos una alternativa confrontativa, revolucionaria y posible para alcanzar el bienestar del pueblo trabajador. Por eso hay que apelar a la paciencia activa, entender, comprender, hacer autocrítica y, mientras tanto, construir una nueva esperanza. Un programa de gobierno audaz, novedoso y confrontativo con los poderes históricos de nuestro país. Paciencia con el votante equivocado, con los tiempos del pueblo, pero activa en la construcción del futuro. Para que cuando llegue el helicóptero tengamos claro que hacer. Que así sea!
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