29/06/2017
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Guillermo Andrada Por Guillermo Andrada

Sin ánimo de alentar fantasmas Antes del futuro prometido,el pasado que nos alcanza.

Copete: 

Sin que el revanchismo ni el odio nos aliente, la realidad nos abofetea y nos conmueve. Los fantasmas del pasado vuelven irremediablemente y aquello que creíamos nunca volveríamos no solo a ver sino tampoco a sufrir, se instaló entre nosotros con el peor de los pronósticos. Violencia, represión, crisis social, desocupación, angustia, son los indicadores de gran parte de la actualidad argentina del tiempo presente. La imagen que ilustra la nota, no es caprichosa, está compuesta por 6 fotos de los sangrientos sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001 y del no menos nefasto 28 de junio de 2017. Hoy a todo eso, se suma el suicidio de un jubilado en Mar del Plata, que no soportó la angustia a la que se somete hoy a ese sector social.

Las grandes crisis definen momentos históricos en los cuales, tal como expresa Antonio Gramsci, “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”. De esta ambigüedad e irresolución surgen sensaciones confusas derivadas de una comparación entre el pasado y el futuro; comparación en la cual el presente es percibido como miseria y drama, al tiempo que el futuro aparece como angustia e incertidumbre. La crisis del 2001 se desencadenó el 29 de noviembre de ese año, cuando los grandes inversionistas comenzaron a retirar sus depósitos de los bancos. Al colapso del sistema bancario, por la fuga de capitales; se sumó una situación económica insostenible, con amplios sectores de la población bajo la línea de la pobreza; generándose así las condiciones que dieron lugar a las protestas sociales del 19 y 20 de diciembre.  (La crisis de 2001 y la protesta social como acción colectiva Instituto Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales. UBA El equipo esta compuesto por alumnas y docentes de la materia Técnicas de Investigación en Ciencias Sociales, Cátedra Masseroni, de la Carrera de Ciencia Política.)

Lo que reclamaban los integrantes de las 20 organizaciones que integran el frente que lleva el nombre de la dirigente de la Tupac Amaru era la puesta en marcha de un plan de infraestructura que le devuelva el trabajo a los 40 mil cooperativistas afectados por el cese de los planes de vivienda gubernamentales desde hace un año y medio, cuando asumió Mauricio Macri.
El objetivo de la movilización frente a la cartera que encabeza Carolina Stanley era ese y también reclamar la declaración de la emergencia alimentaria, a fin de que el Gobierno aumente su asistencia a los comedores y merenderos comunitarios que funcionan en las localidades más pobres del conurbano bonaerense, y que incrementaron su labor durante los últimos 17 meses.
Sin embargo, para Rodríguez Larreta “una cosa es la manifestación y otra es la violencia”, y atribuyó ambas a quienes ayer marcharon desde distintos puntos de la provincia. Los acusó de protagonizar “situaciones de agresión a la policía” y defendió a las fuerzas de seguridad por haber “actuado con mucho profesionalismo”.
El “profesionalismo” al que se refirió el jefe de gobierno consistió en un megaoperativo que saturó la 9 de Julio con miembros de la Infantería que golpearon con palos, arrojaron gases y dispararon con balas de goma contra las familias que estaban sobre esa avenida.
Del operativo participaron también decenas de policías de civil que “marcaron” a los manifestantes y colaboraron tanto en la golpiza como en su detención. Luego, cuando el grueso de la manifestación se dispersó por las calles aledañas, comenzaron a perseguirlos. En total hubo ocho apresados, que fueron liberados esta mañana.
El jefe de gobierno calificó a los cooperativistas como “resabios del pasado” y los identificó como “ligados al kirchnerismo”. “Tomamos una actitud más dura” frente a ellos, se jactó y amenazó: “Así vamos a seguir actuando”.
"La violencia no la vamos a permitir", enfatizó el titular del Ejecutivo de la ciudad, atribuyéndole a los integrantes del Frente por el Trabajo y la Dignidad Milagro Sala la responsabilidad de haber provocado a las fuerzas de seguridad. Tenían “palos y piedras”, dijo para defender el accionar de uniformados y policías de civil que se infiltraron en la protesta y que luego “marcaron” y detuvieron a quienes participaban de ella.
 

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