BENDITOS...

Benditos los que desde los privilegios del capitalismo levantan el dedo acusador contra quienes proponemos un mundo más justo. Porque de ellos aprendo del terror que tienen a perder el poder que les otorgan sus prebendas.

Benditos los que ven dictadores donde yo veo revolucionarios, los que ven autoritarismo donde yo veo lucha, los que ven demagogia donde yo veo justicia social. Porque de sus miradas aprendo adónde seguir poniendo la mía.

Bendito su enojo cuando su gran imperio no puede con algunos suelos, su ira por no poder doblegarlos, su odio por no verlos de rodillas. Porque de ellos aprendo que un día David puede amanecer siendo Goliat. Y el milagro de algunos viceversas.

Benditas las voces hegemónicas, los titulares infames, las mayúsculas con sorna, los zócalos perversos. Porque de ellos aprendo que siempre hay otra historia. Y que se escribe allí afuera. En las calles. En el barro. Lejos de cualquier control remoto.

Benditos los que vivan el cáncer, los que festejan enfermedades, los que celebran ausencias. Porque de ellos aprendo qué tan lejos estoy del planeta que pretenden, qué tan en las antípodas de sus convicciones y qué tan a la izquierda de ellos, en esta y todas mis vidas.

Benditos los que despintan murales suponiendo que con eso nos desdibujan la memoria. Porque de ellos aprendo cuánto les jode que tengamos líderes capaces de burlarse de la muerte, de volverse semilla, de despertarnos para siempre, de hacernos irreversibles y de convertirnos en su eterna pesadilla. Benditos ilusos si suponen que para borrarnos les van a alcanzar un par de mangueras.