"Lo mejor es enemigo de lo bueno" decía mi viejo ante mi cháchara "revolucionaria" adolescente. Bastante más grande entendí la frase y lo comprobé en la práctica. No hay mejor manera de impedir algo bueno que proponiendo algo mejor pero irrealizable. Y el peor de los escenarios se presenta cuando esa postura te lleva a la vereda del enemigo que proclamás combatir. Esta es la situación lastimosa en la que, voluntariamente, se ha ubicado la "izquierda" vernácula desde hace mucho tiempo. Presos de un principismo patológico, se colocan de espaldas al pueblo en lugar de acompañarlo, provocando el rechazo de los sectores populares y de la clase obrera que pretenden representar. Actúan como los niños pequeños corriendo una pelota grande y pateándola cuando la van a agarrar. Desean construir un partido de masas y las auyentan con posturas políticas rayanas a la traición. Un ejemplo reciente es su anunciada abstención en el tratamiento del Aporte Solidario Extraordinario a las grandes fortunas. Ni al más despolitizado habitante de esta tierra podría ocurrírsele imaginar a alguien que se declara de izquierda y revolucionario absteniéndose de votar sacarle plata a los más ricos para ayudar a los más pobres. "Porque hay un ajuste encubierto" dicen y proponen una opción irrealizable. La cuestión es que al no tratarse su proyecto y sí el oficialista solo quedan dos posturas: a favor o en contra de que las, aproximadamente, nueve mil personas más ricas del país aporten solidariamente por única vez. El FIT, con su abstención, favorece a los ricos y de eso, es dificil volver.
Todos los derechos compartidos