La antropóloga Margaret Mead consideraba que la primera señal de civilización en una cultura no eran los anzuelos, cuencos de arcilla o piedras para afilar. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua es la prueba de una persona con un fémur roto y curado.
Mead explicó que en el resto del reino animal, si te rompes la pierna, morís. No podes huir del peligro, ir al río a tomar agua o cazar para alimentarte. Te convertís en carne fresca para los depredadores. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane. Un fémur roto que se curó es la prueba de que alguien se tomó el tiempo para quedarse con el que cayó, curó la lesión, puso a la persona a salvo y lo cuidó hasta que se recuperó. «Ayudar a alguien a atravesar la dificultad es el punto de partida de la civilización», explicó Mead.
La civilización es una ayuda comunitaria.
Interesante y lógico enfoque...
El interrogante obligado es instantáneo... ¿Cuando perdimos esa civilización incipiente?
Porque si nos remitimos a la historia humana, la esclavitud, la servidumbre feudal, las guerras, el nazismo y su barbarie, nuestros desaparecidos, el terrorismo nuclear de Hiroshima y Nagasaki, el racismo y seguimos contando, ponen a la civilización en un menos diez y tachame la doble con respecto al fémur soldado y su auspicioso augurio.
El segundo pensamiento, menos automático y en pos de una explicación, es que la asistencia al desvalido era entre los de su mismo grupo o tribu, tal vez la única que conocían en esos albores de la humanidad.
Corrientes antropológicas afirman que las primeras tribus-familia tenían una organización matriarcal , el Comunismo Primitivo, que se basaba en una economía de subsistencia y cooperación.
Se estima que está organización es desplazada, cuando comienza el cultivo de la tierra y por ende los concepto de propiedad, herencia y patriarcado, la guarda del territorio reconocido como propio, las guerras con otras tribus, la esclavitud cómo mano de obra... Todo eso resumido a grandes rasgos.
Lo que sigue es historia conocida hasta estos días.
Las "tribus" globales disputándose la hegemonía, los poderosos de cada país desentendidos de los fémures rotos y del hambre de sus pueblos y el individualismo capitalista que reparte anteojeras a una sociedad que "avanza" sin levantar los caídos...
El viejo Marx decía que el Capitalismo es la prehistoria de la humanidad, imaginando futuros sin fronteras y sin clases sociales.
Sin archivar esa utopía, me quedo con la definición más cercana y asequible.
La Patria es el Otro, un axioma argento de los que creemos que se avanza sin dejar a nadie al costado del camino.
Todos los derechos compartidos