Declaraciones en el programa de Tognetti y
Yiyo Murano.
Vivimos el sábado 20 el capítulo más reciente del proceso de licuación del poder del Gobierno Nacional.
En la continuidad del paro del campo, los cacerolazos por la liberación de presos y ahora este banderazo. Una convocatoria poco importante editorializado por los medios opositores de manera plena, en líneas generales no tiene posibilidad de ser comparado con la 125.
Fué una editorialización de la oposición y de sus medios la movilización del banderazo, una sucesión de imágenes sin presencia, en la época de los drones, de ninguna toma del nivel de la convocatoria.
La marcha no fué contundente ni mucho menos, lo contundente fué la forma en que editorialización y más contundente aún los efectos que provocan, no ya en la oposición sino en el propio oficialismo, efectos de desmovilización y llevarlo a tomar posiciones defensivas y ralentizar la toma de decisiones.
Es un error conceptual que debe revisar el oficialismo, el dar tanto crédito a operaciones tan elementales y notorias que se constituyen en regímenes de verdad.
Hay una debilidad en el proceso de comunicación que provoca errores y que se debe a la capacidad operativa que tienen los medios opositores sobre las propias percepciones del oficialismo.
Este tipo de operaciones mediáticas se registra sin pausa desde 2007, con la aparición de Antonini Wilson y desde ahí fué elemental y reiterado.
Cada vez que se produce un acontecimiento y se editorializa por parte de los medios opositores, provocan un efecto de verdad en el oficialismo y en el pan-oficialismo, ralentizando la toma de decisiones.
Lo que pasó con el banderazo es una evidente editorialización sobre imágenes que opera como una derrota sobre el imaginario del oficialismo, derrota que en realidad no ocurrió.
Tomamos como propia la agenda de los medios opositores y es una postergación de la visión y del análisis del oficialismo y del conjunto de la masa crítica que acompaña al universo oficialista que debe corregirse, porque ya es tiempo de haber notado que hay una forma de funcionamiento ritualizado que produce estos efectos y es necesario combatirlo.
Incluso por parte del propio sistema de medios oficialistas se acompañó este banderazo con fruicción, dándole un nivel de visibilidad que no tuvo en el momento en que se estaba produciendo.
Es como que el monopolio de la construcción de verdad se le asignó a los medios opositores
y el régimen de legitimación también está ahí.
Entonces hay que ir a hablar a los medios opositores, dando entidad a la agenda que proponen. Y es un problema para un proyecto político pensar así, porque la oposición política
en Argentina tiene su vértice en los medios opositores.
La oposición no tiene grandes cuadros intelectuales pero tiene periodistas.
EL BANDERAZO FUÉ UNA CONSTRUCCIÓN SIMBÓLICA DE UNA DERROTA QUE NO FUÉ TAL.
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