El gobierno nacional decidió aplazar la construcción de la línea de alta tensión AMBA I, un proyecto estratégico para transportar más energía renovable desde la Patagonia hacia el área metropolitana de Buenos Aires y el sur del Litoral. La falta de consenso sobre el financiamiento pone en duda su avance y genera preocupación ante la posibilidad de cortes eléctricos durante el próximo verano, cuando la demanda energética alcanza picos críticos.
La obra, diseñada para reforzar el Sistema Argentino de Interconexión (SADI), requiere una inversión de 1.000 millones de dólares. Inicialmente, se planteó financiarla mediante un cargo adicional en las facturas de electricidad, pero esta opción fue descartada debido a su impacto acumulativo en las tarifas. Ahora, el gobierno explora alternativas como atraer inversores privados para cubrir los costos, aunque el contexto económico y los riesgos asociados dificultan esta opción.
La infraestructura eléctrica enfrenta un momento crítico, operando al límite de su capacidad en los meses de mayor demanda. Sin mejoras en la red, el riesgo de cortes de energía podría afectar tanto a hogares como a industrias. La postergación de AMBA I no solo compromete la incorporación de energías renovables, sino también la estabilidad del sistema eléctrico, dejando al país vulnerable a colapsos en plena temporada de calor intenso.
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