Sin soslayar el retroceso con Vicentin, que hubiera permitido al estado poner un pie en la comercialización exterior de granos y se pinchó cuando puso un pie en el conflicto el gobernador Perotti, sin ignorar la demora del tratamiento del impuesto por única vez a las grandes fortunas, sin digerir del todo el sapo de la posición pendular de Cancillería con respecto a Venezuela y con el gusto amargo del desalojo en Guernica, podemos decir que el Gobierno Nacional viene saldando a su favor casi todas las batallas políticas y económicas en esta guerra de guerrillas destituyente que llevan adelante la oposición política y el poder económico desde el triunfo electoral de octubre del 2019.
Se consiguió desactivar, por ahora, la embestida devaluatoria, con una baja en la cotización de los dólares paralelos equivalente en la magnitud a las subas de dos semanas atrás, obviamente sin la misma repercusión mediática.
Está semana creció por primera vez la actividad interanual industrial, después de ocho meses de caída y el tesoro deja de recurrir a los adelantos transitorios del Central.
Después de la exitosa reestructuración con los bonistas, con un ahorro de 30 mil millones de dólares en los intereses y la caída de mil puntos en un día en el riesgo país, la negociación con el FMI se presenta con perspectivas razonables ( nunca es buena una negociación con el Fondo, es como negociar el pago de las cuotas del teléfono después que te lo robaron).
No hay grandes vencimientos de deuda este año ni el próximo, el dólar oficial no está atrasado, acompañó la inflación desde 60 a los 84 actuales, hay reservas escasas pero suficientes y balanza comercial positiva. No había motivos económicos para una corrida cambiaria y el ministro Guzmán ganó la pulseada.
La disputa por la calle con la oposición, si alguna vez la hubo, quedó saldada con el multitudinario apoyo al gobierno el 17 de octubre y días después con el masivo homenaje en el aniversario de la muerte de Néstor.
Las marchas en fechas patrias de los odiadores, anticuarentena, anti vacuna y terraplanistas varios, algunas pobres y otras más o menos nutridas, quedaron raquíticas en comparación con la del 17.
La gestión en la pandemia, reconocida y evaluada favorablemente al inicio, cuando los contagios subieron para alegría del periodismo de guerra y cabalgaban montados en la evolución natural e inevitable de la pandemia, la explosión de los contagios pos verano en Europa y el anuncio de la vacuna rusa saldaron la cuestión a favor del Gobierno, en cualquier análisis honesto, (que es mucho para pretender de las usinas del odio mediático).
Las disputas internas en el Frente de Todos, que las hay en cuanto alianza electoral heterogénea, se mantienen dentro de carriles de convivencia y la oposición política cambiemita se desarticula en disputas con insultos, ninguneos y
pase de facturas.
La pelea entre Alberto y Cristina sólo existe en los sueños húmedos de la oposición y la carta de Cristina pone las cosas en claro, por si eso hiciera falta.
La Corte, especialista en quedar mal con todos, retrotrajo en cuotas los traslados de Bruglia y Bertucci, en un fallo que se interpreta favorable a las pretensiones del gobierno.
Tuvo media sanción el presupuesto, evaluado como el plan económico que tanto reclamaban los economistas mediáticos, con números de crecimiento e inflación creíbles, que preanuncian sin delirios pratgaianos , un rebote económico pos pandemia, con un pendiente a resolver en el tema control de precios.
En síntesis, el gobierno del Frente de Todos entra a un año electoral con números de aprobación de su gestión intactos después de haber transitado lo peor de la pandemia todavía presente, pero vacuna mediante con fecha de vencimiento.
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