Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, no perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta.
Volverás a mi huerto y a mi higuera por los altos andamios de las flores, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero...
(Fragmentos de Elegía, de Miguel Hernández).
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